martes, 2 de mayo de 2017

"Comienzos alternativos" (Clase 1)

Comienzo mi relato allá por el 2010, año en el cual arranqué la carrera recién salida del secundario. El lugar fué en el Normal 10. Ir a cursar a la tarde, para luego organizar todas mis horas libres para estudiar, descansar, etc. La ambición de progreso, y el precario sueldo de una auxiliar en un jardín privado llevaron a mi vida a iniciar mi carrera en Policía Federal Argentina. De pronto lo que pareció una situación fácil de combinar, se convirtió en un trabajo con horario de tarde/noche, en el barrio de San Cristóbal, donde se encuentra actualmente el Departamento Central. De las 6 o 7 materias cuatrimestrales, pasé a cursar 1 o la nada misma, no por falta de predisposición claramente, sino por que claramente, mi bello normal 10 no tiene turno mañana y mi no tan bello comisario no autorizaba cambios de horarios siendo tan nueva. Para no irnos por las ramas, tuve que tomar la decisión de optar por otro profesorado más cerca del entonces mi lugar de trabajo, como así también con una oferta horaria mayor. Como ya sabemos las materias eran totalmente iguales, menos algunas, las llamadas “EDDI”, siendo que en vez de encontrar “Teatro”, “Títeres “o “Narrativa”, el profesorado contaba con una oferta un poco menos artística, encontrándome con “Uso de la Voz”, “Familia y Escuela” y “Modalidades Alternativas”. Optando por esta última, tuve la oportunidad de ampliar mi horizonte respecto a las diferentes modalidades que nuestra actual realidad demanda, como ser centros de primera infancia, juegotecas, jardínes comunitarios, entre otros. Luego de adquirir conocimientos a partir de la bibliografía aportada por la cátedra, tuve la posibilidad de acceder como experiencia directa, a una sala habilitada dentro de un colegio secundario en el barrio de Liniers la cual, era refugio para algunos de los hijos de los alumnos que concurrían a la misma. Y en un caso particular, un pequeño hermano menor. Debo admitir que idealice lo que iba a encontrar, imagine un espacio ambientado pura y esclusivamente para los niños, personal docente capacitado y meramente incentivado por la particular situación de enseñanza. Al llegar, al establecimiento la directora nos acompañó hasta la sala, anticipando que las condiciones no eran las mejores, pero que se “hacía lo posible”. Al llegar a la Sala, lo cuál fué una real travesía ya que la entrada de la sala se encontraba abarrotada por equipo de educación física, contenedores de basura, elementos de limpieza,y otras demás cosas no identificadas. Ingresamos finalmente. Una vez dentro al entablar conversación con la docente de la mañana, quien le hacía la “gauchada” a la docente de la tarde hasta que llegue, nos comentaba de lo desconforme que estaba con la situación, la inevitable frustración que generaba el día a día, la indignación de hacer “malabares” con los insumos provistos, entre otros. Particularmente no se trató de la experiencia más gratificante de mi vida, pero unos minutos antes de irnos, una de las mamás, quién se retiró antes de una clase pasó a recoger a su pequeño. Y fue en su joven rostro cuando pude contemplar la máxima gratitud hacia la maestra, y alivio al saber que su hijo, se hallaba cerca suyo y en las manos de docentes quienes lo cuidaban y educaban. Como conclusión quiero destacar lo importante de no generalizar estos espacios de educación alternativos como precarios o inferiores, ya que solo puedo hablar desde una puntual experiencia directa.

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